En un Día Internacional del Libro de un año que no recuerdo, alguien, que tampoco me acuerdo quien era (!), decía que una buena acción acorde a la celebración era regalar un ejemplar a los transeúntes o simplemente dejarlo en algún lugar como obsequio para el que primero lo encontrara.
Retomando la idea, dejé algunos de los que leí hace mil años en el Parque Forestal. No faltó el curioso que me quedó mirando como si me olvidara de algo. Y uno me preguntó, qué como se llamaba la obra artística que estaba haciendo... En fin, espero que varios de ellos, lo pueda disfrutar.
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