Es obvio que nadie podría amar la pobreza, pero estas mujeres tienen una dulzura tan grande que pareciera que sobrellevan mejor todas sus necesidades.
Son conocidas en el sector de calle Puente con Rosas y disfrutan cantar toda clase de tonadas, boleros, tangos y hasta rancheras.
Cuando les pregunto por los hombres, me responden cocorocas que ya "pasó el tiempo de los pololeos". Son dos inseparables que se tienen la una a la otra.
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