No sé qué mecanismo activan en mí y en otros, pero ese aroma dulce sumado a pétalos rosados y blancos que caen (según una película japonesa a una velocidad de 5 centímetros por segundo) hace que cada año esta visión sea un panorama y rito imperdible.
Me alegro mucho cuando la gente que quiero los asocia conmigo. Me hacen sentir un pequeño sakura que florece juntos con los árboles. Sólo imagino cómo será tener un abrazo tuyo debajo de sus ramas.
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