Son pasadas las diez de la noche. Llueve. Y entre los paraguas que se divisan fuera del metro Bellas Artes se ve a un ser de otro mundo. Traje espacial plateado, botas intergalácticas y una cara para salir arrancando. Es nada menos que Depredador, el alien que con pistola láser y calaveras en su cinturón, se comía a la gente en la famosa película de 1987. Ahora, fuera de la pantalla gigante, deambula por las calles en las noches santiaguinas, llueve o truene.
La persona debajo de Depredador es Mauricio, que hace año y medio, trabaja como estatua en los alrededores de Bellas Artes, Plaza de Armas y Bellavista. Cuando hablo con él está sin máscara. Lo pillo justo mientras pide fuego para derretir una tira de silicona que lleva entre sus ropas. La razón: necesita pegamento para arreglarse la uña que se le despegó. En el proceso, me dice que nació en Arica, que viaja todos los días desde Viña (donde vive), que sale al oscurecer y que lo que más le gusta de su traje es la bazuca con rayos láser.
Ya con la uña puesta en su lugar, posa para las fotos entre la sorpresa de la gente. La imagen es de película: habló con un extraterrestre bajo la lluvia.
* Casi todas las fotos son de Marco Antonio ER
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