Todo comenzó cuando José González Noriega se sube a un barco a los 13 años rumbo a Sudamérica. Primero trabajó en Argentina y luego en Chile, con un tío de oficio sombrerero que lo ayudaría a instalar la afamada tienda conocida por el monito que golpea incesantemente la vitrina. Luego se casó con María Sordo, quien a su vez trajo a su hermano José a trabajar en el local. Eran tiempos difíciles, de trabajo esforzado y en donde los empleados dormían en las noches sobre el mostrador para ahorrarse dinero.
El éxito de la tienda se acrecentó con la traída del monito en 1922, figura mecánica que se mantiene hasta el día de hoy y que es todo un ícono en el establecimiento de 21 de mayo, que en sus comienzos también tuvo una salida por calle Esmeralda. Así lo recuerda hoy Julieta Solari, de 95, viuda de José Sordo Viñas y que también participó en la sombrerería vendiendo a la fina clientela ocho décadas atrás.
El azar del destino trajo a Chile a otro José Sordo, de segundo apellido Galguera, que finalmente se hizo cargo del negocio una vez que los fundadores viajaran a Argentina para emprender una fábrica de tomates.
Años más tarde, José González Noriega y su esposa María Sordo morirían en un accidente al chocar su automóvil con un trolebus en Providencia. Y de ahí su historia pasaría al olvido. Hasta ahora.
José González Noriega y su esposa María Sordo |
Julieta Solari y José Sordo hijo |
Excelente nota, aún recuerdo su propaganda radial en A.M. en la Radio Yungay, con los tangos de "Ventanita del Recuerdo", que escuchaban sagradamente mis abuelos cada día. Vaya un abrazo. Es interesante el tópico de los comercios que ya no existen, la calle San Diego es pródiga en desapariciones, como la tienda La Mendocina, Enrique Guendelman, Michaely, Audicol, Cocilamp, Radar y las de Alameda bajo, como La Africana o Almacenes El Tigre.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus comentarios. De seguro me iré a dar una vuelta a calle San Diego!
ResponderEliminarHola.
ResponderEliminarMi nombre es Cristián Andreu Tamayo, bisnieto de don José Sordo Galguera (por el lado de mi madre, que es Tamayo Sordo).
La razón de mi comentario es hacer algunas apreciaciones al respecto de lo mencionado en la columna:
En primero, la alusión a la llegada de mi bisabuelo a la propiedad de la tienda, cosa que no fue un "azar del destino", como se señala. José Sordo Galguera llego a la tienda por medio de mi bisabuela, Margarita Fernández González, cuya madre era hermana de don José González Noriega. Habiendo ella llegado a Chile desde Asturias con tan solo 18 años, don José procuró cuidar de ella y, entre otras cosas, la hizo formar parte de la Sombrerería, expresamente incorporando a su marido, a quien gran estima le tenía, en el negocio. Entonces, don José Sordo Galguera no llego por mera suerte, sino que por formar parte de la familia de don José González Noriega, quien además era padrino de su hija mayor, a la cual de hecho se llevo a vivir un tiempo con el en Argentina mientras se involucraba en el negocio de las salsas de tomate.
Luego de la muerte de la pareja, la propiedad de la Sombrerería se mantuvo en un 50% en manos de mi bisabuelo y el otro 50% en manos de la familia de doña María Sordo. Pese a esto, fueron mis bisabuelos quienes procuraron mantener, trabajar y administrar la tienda como un negocio exitoso, razón por la cual finalmente mi bisabuelo ofreció comprar el 50% restante a la otra rama de la familia, la cual, hasta donde la historia nos narra, se desentendieron por completo del negocio.
En segundo lugar, es importante aclarar lo que se menciona escuetamente como los "descendientes de Fernando Tamayo". La Sombrerería se encuentra actualmente en propiedad de los descendientes de don José Sordo Galguera, quienes poseen conexión familiar con la tienda por vía de la mujer de este, doña Margarita Fernández González. Don Fernando Tamayo Sánchez, mi abuelo, llego a la tienda al casarse con doña María Teresa Sordo Fernández, mi abuela e hija de los mencionados José y Margarita. Las cinco hijas de la pareja Tamayo Sordo, entre las que se cuenta mi señora madre, son quienes mantienen la propiedad de la sociedad que controla la tienda, conectadas sanguíneamente todas con los fundadores por la vía de los González.
Finalmente, aclarar que la historia de don José González Noriega puede que haya sido olvidada por otros, pero que en nuestra familia siempre ha sido recordada con gran cariño y orgullo.
De ninguna manera esto remueve a los Sordo Solari de la historia de esta gran tradición que es la Sombrerería, pues ellos forman parte de la misma, pero es fundamental cuidar las expresiones y decir las cosas por su nombre. No creo que haya sido la intención del escritor de la columna el obviar todos estos hechos, por lo que pido que mi comentario sea interpretado como la precisión y enriquecimiento de contenido que es, y no como una apología. La familia que hoy controla la tienda lo hace porque le corresponde, tanto por sangre como por esfuerzo, y eso espero haber aclarado las dudas que pudieran haberse generado por las ambigüedades del texto original.
Atentamente,
Cristián Andreu Tamayo
Cristián, muchas gracias por tus aportes. Ya había publicado algo antes en este mismo blog y en La Tercera, de ahí este nuevo enfoque una vez conocida esta otra historia.
ResponderEliminarSaludos!!!!
http://bit.ly/GUNbuU
http://bit.ly/ycERCx
Mira,aparecí en este sitio en un intento desaber algo sobre la tienda La Africana,que estuvo,precisamente,a la vuelta donde se ubica la sombrerería del monito. Al parecer en la memoria de muchos santiaguinos aún suena el famoso comercial de radio "Africanísese en La Africana!",cuya voz era d e JUlio Vattuone padre
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